Ajenos a la espiritualidad, ajenos a la vida

10.11.2010 09:30

 

Estar ajenos, es no tener conocimiento de algo que nos es propio, pero que no reconocemos como tal.  Es algo que creemos que no nos pertenece, como algo distante de nosotros, algo inalcanzable, que no podemos ni ver ni sentir, ni tocar. Estamos convencidos que la espiritualidad es algo que les incumbe solo a los que practican alguna religión, creemos que es sólo cuestión de religiosidad...

La espiritualidad es algo propio de todos y de cada ser humano. Es una parte de la totalidad que somos. Como somos poseedores de un cuerpo, de emociones y de pensamientos, somos dueños y tenemos un espíritu que se encarna en nuestra vida. Sería como no registrar a cada uno de nuestros sentidos, que entre paréntesis, son más de 5 como nos han ensañado a la mayoría, son muchos más...y están presentes en nuestra vida influenciándonos para bien o para mal a cada momento.

Mi intención en estas líneas es mirar nuevamente, pensar, dudar de lo aprendido encontrar nuevos significados, sentir sin reprimirse. Ver más allá de la básica mirada que la sociedad, que somos nosotros mismos, hemos instaurado.  Ampliar nuestros horizontes y nuestras posibilidades, aprender a corrernos de los condicionamientos y estructuras  ancestrales que dicen que “esto debe o no debe ser así”.

Como meditadora que soy, el título de éste conjunto de palabras surgió mientras caminaba por la vereda, en ésta hermosa época del año, en donde el profundo hechizo del aroma de los tilos, convirtió mis palabras en imágenes muy claras. Entonces puedo decir que para mí, no reconocer la espiritualidad como ingrediente de mi vida, es vivir ajena a ella. Es como un pan que no contenga harina en su masa, entonces no sería pan, sería otra cosa...Con nuestra vida pasa lo mismo, sin espiritualidad, nuestras vidas son “pseudo-vidas”.

Estamos arrojados a la vida, creyendo estar vivos, y “hacemos como que vivimos”. Nos llenamos de cosas, de actividades, trabajamos como esclavos, para tener “seguridades”, sin permitirnos no estar seguros de nada. Y nos enfermamos para poder seguir manteniendo esas seguridades que no debemos perder.  Sin darnos cuenta que así es, como nos vamos convirtiendo en ajenos a nuestra propia vida...... Vamos por la vida anestesiados, vivimos desbordados, estresados.  Vivimos una vida inconsistente, y no hacemos nada para cambiarla. Nos aburrimos enseguida, si no tenemos nada para hacer, necesitamos un hacer constante, algo que no nos haga pensar, porque pensar es pensar en lo “de siempre y de la misma forma”, y eso nos agobia. Y en realidad, no sabemos mucho que hacer cuando estamos solos con nosotros mismos, nos da miedo mirar para adentro, las culpas saltan, los rencores eternos se hacen presentes, las incertidumbres nos arrasan y nos arrastran. Entonces preferimos llenarnos de más cosas para hacer. Vamos corriendo de un lado al otro, sin foco, nos distraemos a cada rato con pavadas que aparentan ser urgencias. Así es como dejamos de respetarnos, de mirarnos, de sentir, de tomar conciencia, de reconocernos.  Terminamos siendo extraños dentro un cuerpo. Se van ocultando nuestros sueños, se borran nuestros deseos, ya ni sabemos quienes somos ni que queremos.  Vivimos tratando de encontrar la zanahoria que nunca llega, porque en realidad al estar ajenos a nuestra vida, no sabemos si queremos algo, y si ese algo que queremos tiene nombre, o forma... y así vamos por la vida perdiendo la orientación, la brújula, se nos desdibuja el rumbo y perdemos el sentido de nuestra vida.......

Mi pregunta es ¿por qué vivimos alejados de la espiritualidad?

¿Porque aprendimos desde pequeños a cumplir sin ampliar la mirada?

¿Por qué no pudimos tomar distancia y elegir si queríamos o no queríamos que fuese así?

Fuimos educados por diversas personas, que fueron marcando nuestra vida, nos identificamos con ellos, los copiamos, porque eso es lo que hacen todos los niños....y entramos en el letargo y en el acostumbramiento  de vivir una vida sin pasión, sin intensidad, sin integrar. Creyendo que padecer el sufrimiento es como hay que vivir. Creemos que el miedo y la enfermedad son naturales en la vida, que todos tenemos que pasar, sin preguntarnos los por qué y los para qué nos pasa lo que nos está pasando... Nos fuimos conformando con tapar los síntomas y aceptar las derrotas.....

 

 Entonces a mí me aparece la pregunta obvia.... ¿y qué es entonces la espiritualidad?

La espiritualidad, es eso que nos atraviesa, que nos hace humanos, que nos hace estar en eje, que nos hace encontrarnos con nuestro potencial genuino y desplegarlo, multiplicando los dones recibidos. La espiritualidad nos hace percibirnos en las miradas de otros, nos hace tomar el rumbo de nuestras vidas...... nos hace descubrir que vinimos a este universo a ser felices, y no a padecer.  Nos hace levantarnos de las caídas íntegros, sabiendo que si queremos, sencillamente podemos. Nos hace ser responsables de nosotros mismos, de estar enfermos o sanos, de elegir vivir felices o infelices, de decidir destruir o construir, de dejarnos maltratar o de poner límites sanadores. De dejarnos de “ser las víctimas”, para ser creadores de la vida que tenemos, que somos y que vivimos.

 

¿Cómo hacemos para descubrir que la espiritualidad está en nosotros?

Dejándola surgir, dejándola aparecer, dejándola rebelarse, haciendo silencio y esperando.  La vamos a poder sentir, en nuestros gestos, en la flexibilidad de nuestro cuerpo, en la armonía de nuestras emociones, en la claridad de nuestros pensamientos, en nuestros deseos más profundos, donde todo se ordena. Si transitamos el presente sin escaparnos de nosotros mismos,  si aprendemos a querernos, a cuidamos respetándonos, sintiendo lo que venga, si es dolor, expresándolo, si es alegría, alegrándonos. Nuestra espiritualidad se hará presente, será el motor que nos mueve, que nos impulsa a no perder de vista y a no estar ajenos a nuestra vida.

Mariana Spalvieri noviembre 2010