Acompañar en la Salud

14.08.2010 15:01

 

Simplemente queremos compartir lo que hacemos



Es una simple invitación, quien quiera vivir una vida integra e integral simplemente tiene que elegir hacerlo.



La ciencia obtiene triunfos cada vez más grandes en un montón de áreas, la calidad de vida ha mejorado, tenemos el confort, las comunicaciones, la tecnología toda. Pero en lo más profundo de nuestras almas no vivimos ni más feliz ni más intensamente que lo que lo hicieron nuestros abuelos. Podríamos decir la ciencia avanza y el hombre no. Este es un tema muy viejo y muy polemizado por gente con mucho mayor talento que quien esto escribe. Pero el núcleo de nuestra tarea es poder compartir el saber que tenemos, la meditación.
La gente suele acercarse a la meditación esperando encontrar un jardín de paz, como si la paz surgiera espontaneamente, como si uno fuera a la farmacia y comprara cinco minutos de paz. Parece además que la idea fuera esa, un jardín de paz, un cementerio. Pero no, la vida es movimiento, desde el primer momento, desde antes de la concepción, hasta el último momento de vida, es movimiento, y cuando el movimiento se acaba, la vida que conocemos termina. Pero solemos creer que alguien nos puede solucionar nuestros problemas, recetar algo y buscamos una solución fácil. A veces hay soluciones fáciles, pero no aprendemos nada y la experiencia es estéril, sin vida, una caña hueca. Después nos damos cuenta de lo aburrida que se ha vuelto la vida, de lo poco que se puede hacer, de la falta de sentimientos. Realmente me asombra y asusta ver como los que menos estimulo necesitan son los que más se estimulan, los jóvenes. Uno a medida que va viviendo se da cuenta que la sensibilidad se va perdiendo y entonces surgen las alternativas, la fácil y común, me tomo dos pastillas de tal o cual droga legal y duermo como el mejor, o hago algo por mi, busco, trabajo, la peleo y quizás el día de mañana pueda mirar a los ojos a mis hijos, o alguien más y decirles con el cuerpo, que nunca miente, este soy yo, la pelie, no salio muy bien pero hasta el último momento seguí buscando, y no en la farmacia, porque el trabajo empieza en este punto, como recuperar o tratar de no perder la sensibilidad, cuidar nuestra estructura sensible, que obviamente, como cualquier cosa que podamos atestiguar en esta vida, esta ligada a nuestro cuerpo. La meditación propone la búsqueda de la armonía y es armonizadora desde el primer momento, facilita, ordena y centra. Pero es necesario el trabajo profundo, la creación de un área de paz, para empezar a trabajar con los leones, abrirles las jaulas mirarlos a los ojos, sentir como rugen en las largas noches de invierno y abrir los ojos, respirar profundo y asimilar, terminar de digerir, hacer un lugar para todo eso que duele, que quedo atrapado en el cuerpo y no se puede expresar más que a través del dolor o el sufrimiento. Aquello que cuando uno lo trabaja se transforma en alimento para una vida grande, que nada tiene que ver con lo mediático, sino con el profundo sabor que cada momento encierra. Lo que el árbol tiene de florido... vive de lo que tiene de sepultado... La eternidad que se asoma, la mirada profunda de otro ser y el encuentro en el momento justo, entre la nada y la eternidad. Y nadie le enseña nada a nadie, porque no hay nada que enseñar, se acompaña en el poner orden en la casa. La casa cuerpo, que a veces parece abandonada, esa casa que contiene el reservorio de todo lo vivido y lo que queda por vivir, una inteligencia que duerme en lo profundo y a la que uno por no saber como, no puede acceder. Y como alguien más decía por ahí: era tan fácil mi señor... solo se trataba de vivir... así de fácil... El que quiera encontrar la salud, solamente la tiene que buscar, como solemos decir a veces en nuestros talleres, no todo se puede curar... pero todo se puede sanar... cada una de nuestras vidas va marcando una senda para los que nos siguen, cada acto cuenta, para siempre, por siempre. Recuperar la mirada, el sentir, el oír, el gusto, abrir la puerta a la salud, encontrar sabiendo que es posible encontrar lo que uno busca. Y finalmente, el paso final, el más importante emprender la tarea de multiplicar, aquello que uno recibió, para eso, para multiplicarlo: dándolo, compartiéndolo. Quien tenga miedo de perder algo, no debe esconderlo, simplemente compartirlo y multiplicarlo. Y al caer la noche, entre el susurro del viento entre los arboles, bañándose en la luz de la luna, sentir la profunda paz de la noche estrellada, bañándose en la luz. Nosotros desatormentándonos por siempre. Estamos para acompañar.

Encuentros libres y abiertos a la comunidad en CC Baldomero Fernández Moreno. Mercedes 1405, Martes 20 hs. CABA

Roberto Ricciardi