¿Para qué Meditar?

09.11.2010 13:03

 

Muchas veces nos hacen la misma pregunta: ¿Para qué meditar, para qué sirve la meditación? Y una y otra vez resulta muy difícil tratar de brindar una orientación. Definir la meditación, ya es en si un problema, porque dependiendo del tipo de trabajo realizado y de la concepción filosófica de la que se parte serán sumamente variadas las respuestas a obtener. Nuestro trabajo tiene una matriz, por decirlo de alguna manera y sin ánimo de ofender, fundamentalmente occidental, es decir, no usamos palabras raras que pocos entienden y muchos mal usan. Tratamos de dar un fundamento lo más racional y científico posible a lo que hacemos, sin dejar de lado obviamente la apertura maravillosa hacia el misterio que la meditación provoca. Es realmente difícil intentar explicar porque como toda experiencia que requiere una vivencia, la misma no puede ser transmitida, simplemente experimentada, sería como tratar de contarle a un ciego como es la luz. Uno puede dar una batería de conceptos y teorías, pero lo esencial de la vivencia permanecerá oculto. Lo que sabemos por años de trabajo, es el cambio medular que la meditación provoca. Se va produciendo un cambio gradual que genera una cadena de cambios, una acumulación de bienestar que desencadena cambios profundos y duraderos. A nivel del funcionamiento cerebral, el hemisferio izquierdo, va empezando a sincronizar de una nueva manera su funcionamiento con el hemisferio derecho. La corteza frontal empieza a conectarse de otra manera con la corteza occipital y finalmente se va produciendo una profundización hacia el tronco encefálico produciéndose una armonización aún mayor. Todos los cambios producidos son graduales y paulatinos. La meditación va produciendo un predominio parasimpático que va generando un estado regenerativo profundo, propiciando una mayor capacidad de recuperación, mayor celeridad de respuestas generales. Con la meditación la vida se recalibra, se empiezan a tener 10 o 15 segundos extras antes de tomar una decisión. Es como tener una segunda chance de pensar las cosas evitando equivocarse. O quizás en el peor de los casos, elegir la equivocación, pero a sabiendas de lo que se esta eligiendo. El camino meditativo, propone un trabajo, y por eso la mayoría de la gente no lo emprende o lo abandona, porque no es un pase mágico ni algo que llueve desde afuera, ni es un comprimido para tomar cada cierto tiempo. Es el esfuerzo genuino de reconocerse por dentro para poder engendrarse desde un nuevo lugar, con una nueva mirada y mayores capacidades electivas.

Roberto Ricciardi noviembre 2010